
El suicidio
Hoy comparto una noticia sobre un tema especialmente delicado, el suicidio.
Tal y como se ha publicado en InfoCOP Online y según datos de la OMS, “casi un millón de personas en el mundo mueren por suicidio cada año, lo que corresponde a una muerte por suicidio cada 40 segundos. El número de vidas que se pierden cada año por esta lacra, supera el número de muertes por homicidios y la guerra juntos. Además, debemos tener en cuenta que estas escalofriantes cifras no incluyen los intentos de suicidio, más frecuentes aún que las muertes“.
Una gran proporción de las personas que mueren por suicidio sufren enfermedades mentales. La morbilidad causada por las enfermedades mentales representa la categoría más importante de mala salud (incluso más que el cáncer o enfermedades de corazón). Sin embargo, se ha observado que un número significativo de personas con enfermedad mental, no tienen contacto con los servicios de salud o sociales en los momentos cercanos a su muerte; a pesar de que en muchos casos hay servicios suficientes disponibles para ayudar a los necesitados en los momentos de crisis.
Esta falta de acceso a la a la atención adecuada es uno de los muchos factores que aumentan el estigma asociado con la enfermedad mental y con la ideación y comportamiento suicida. El estigma a estas personas está muy arraigado en la mayoría de las sociedades, y una de las razones es la falta de conocimiento, por lo que se podría paliar con programas educativos para aumentar la conciencia pública sobre las características de las personas con enfermedades mentales y/o comportamientos suicidas.
Además, el estigma es también el motivo subyacente de la discriminación de las personas con enfermedad mental o comportamiento suicida. Esta discriminación puede hacer que estas personas no busquen ayuda profesional o que no se integren de nuevo en su vida social después de haber recibido tratamiento.
Sin embargo, los intentos de combatir el estigma, mediante la realización de programas masivos de educación pública, han tenido una eficacia bastante pobre, con respecto al suicidio. Para atajar este problema, sería necesario desarrollar y probar nuevos métodos innovadores destinados a grupos específicos, por lo que requiere de un esfuerzo a largo plazo para cambiar los valores culturales de la comunidad e incluso de los propios profesionales de la salud.
El Día Mundial de Prevención del Suicidio, ofrece una oportunidad especial para reorientar los esfuerzos con el fin de hacer frente a este importante problema. El cambio de actitudes culturales sobre la enfermedad mental y el comportamiento suicida requiere un conocimiento científico de las muchas variables que influyen. Este día es perfecto para animar a la gente a trabajar hacia el objetivo de desarrollar nuevos métodos creativos para erradicar el estigma. Por este motivo la IASP este año ha querido dedicar el Día Mundial de Prevención del Suicidio, a actividades dirigidas a reducir el estigma y aumentar la conciencia de la importancia de prevenir el suicidio.
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