Los trastornos de personalidad son problemas arraigados al carácter y que se empiezan a manifestar con claridad en la juventud o al inicio de la adultez.
Podemos imaginar a alguien agorafóbico o hipocondríaco que cuando se repone de ésta situación vuelve a ser el que era. Sin embargo la persona con trastornos de la personalidad no ocurre esto, no vuelve a ser la que era porque siempre es la que es; digamos que no tiene un “pico” que le pueda sobrevenir como un trastorno de ansiedad, sino que desde siempre ha sido así y se ha ido haciendo así durante su vida.
Esto no significa que los trastornos de la personalidad no tengan tratamiento, al contrario. Con un depresivo hay que atender la depresión, con un hipocondríaco su hipocondría; pues bien, con una persona que sufre de trastornos de la personalidad, hay que atender a su personalidad. No venimos a decir que haya que cambiar de carácter, sino que hay que convertir lo que antes eran rasgos o maneras de ser disfuncionales en funcionales.
Los rasgos disfuncionales son aspectos del comportamiento, de la percepción de los demás, del manejo ante la vida o de la autoestima (es decir, de los grandes ámbitos en los que nos desenvolvemos todos con nuestro carácter) que provocan sufrimiento en uno mismo y/o en los otros.
Según los aspectos que estén generando sufrimiento se podrá hablar de un trastorno de la personalidad o de otro, sabiendo que lo más normal es una mezcla entre diferentes tipos. Pero, más allá de las diferentes clases, lo que importa es esa idea de estabilidad en la persona, de que distintas “maneras de ser” muy arraigadas pueden ser problemáticas para el individuo o su entorno.
- Identificación del problema actual.
- Modificación y solución de ese problema. Suele alcanzarse una situación en la que se puede llevar una vida normal, en la que sufrimiento básico se supera, pero queda todavía la debilidad hacia ese tipo de situaciones. Por eso se continúa con:
- Identificación de los esquemas automáticos subyacentes y de algunas de las situaciones en las que se generaron.
- Modificación de los esquemas y reconstrucción de los recuerdos y vivencias.
Las dificultades en el abordaje de estos trastornos suele estar relacionada con la baja colaboración que suelen presentar estos pacientes de cara a la terapia, ya que suelen acudir a ella a instancias de terceros (normalmente por las repercusiones relacionales del trastorno).