El juego y las apuestas pueden ser una actividad lúdica. Sin embargo, en algunas personas el juego deja de ser una mera diversión y se transforma en una conducta dependiente.
El “jugador patológico” es aquella persona que va teniendo problemas progresiva y reiteradamente en su intento de resistir el impulso de jugar, y esta excesiva implicación en el juego le va provocando problemas en su vida personal, familiar, y social y profesional.
Estas personas tienen la necesidad de jugar con cantidades de dinero cada vez mayores, para conseguir el grado de excitación deseado. Pueden presentar una historia de fracasos repetidos de intentos para interrumpir el juego. Si se les interrumpe o impide su actividad de juego, experimentan una gran inquietud o irritabilidad. El juego se va convirtiendo en la estrategia para escapar de los problemas, o para aliviar sentimientos de desesperanza, culpa, ansiedad, depresión, etc.
Generalmente, cuando un día tienen pérdidas en el juego, vuelven otro día para intentar recuperarlo, lo que les introduce en un círculo vicioso. En función del grado de implicación del juego, estas personas pueden engañar a los miembros de la familia, u otras personas, para ocultar su problema, pudiendo cometer actos ilegales para poder financiarse el juego. Consecuentemente, este patrón interfiere de manera importante en las relaciones sociales, en las relaciones familiares, en el trabajo y en otros aspectos importantes de su vida.
Estos pacientes suelen presentar otros problemas importantes con los que deben enfrentarse a diario. Por ejemplo, recurrir al consumo de alcohol o drogas mientras juega; bien sea para aumentar su nivel de excitación, y sentir una mayor emoción en el juego; o bien para no ser tan consciente de las pérdidas y problemas que el juego le está ocasionando. Por otra parte, suelen sufrir de otras alteraciones como trastornos depresivos, problemas de ansiedad y somatizaciones. En sus fases avanzadas, el Juego Patológico suele conducir al aislamiento social y a una nula implicación en el trabajo, en las relaciones sociales y familiares, etc.
Un aspecto importante a destacar es que los miembros de la familia del jugador son los más afectados por el juego, después de éste, y los que más ampliamente sufren las consecuencias que esto tiene en el ámbito social, económico, legal y de relación. Los más afectados suelen ser la pareja y los hijos, encontrándose una alta tasa de trastornos psicosomáticos y depresivos entre los cónyuges de los jugadores, así como dificultades de comunicación y relaciones sexuales insatisfactorias. Respecto a los hijos, las consecuencias también son múltiples, convirtiéndose en una población de riesgo para otras conductas problemáticas (adicción a las drogas, ansiedad, depresión, problemas escolares.).